Termina la vista en azul lejanía del pasado,
a los lejos el mar recoge sobra de mis amores,
en presencia del tiempo aun brilla el hado,
el fin de los besos no son cenizas sin sabores.
Sin ser marinero mi suerte es echada al viento,
pero sé que aun no concluye la danza divina,
pues los cuerpos que se enredan en cada evento,
como las hiedras que por tocar el árbol se empecina.
Las almas surgen del cielo y abren las verjas
trayendo otro cielo dándole pulsos a la vida,
al hallar tu ternura se esfumó todas mis quejas,
tu sonrisa es la miel donde mi alma se suicida.
En el cuarto un reloj, despierto marca las horas
con cuerdas de azul lejanía del pasado reciente,
el fin de cada beso ya no es espanto ni es tortura
pues por repetir, nuestros labios están expectantes. Autor: Alcibíades Noceda Medina