Si tu mirada fuera como la mía,
todo el día tus ojos me mirarían.
¡Ay, si fuera en mis ojos donde te vieras,
qué feliz yo sería, qué feliz fueras!
Tienes una mirada cautivadora,
a cualquiera que miras tú lo enamoras.
Es por eso, chiquilla, que si te veo,
soy desde ese momento tu humilde reo.
Inventemos un juego, si te parece,
que alimente el deseo que en mi alma crece.
Jugaremos a vernos muy fijamente
a los ojos directa e intensamente.
Perderá el que consiga no sentir nada.
Ya gané de antemano, que es como espada
esa audaz picardía de tu mirada.
Me lastima, me hiere, sí, me fulmina
cada vez, cada noche que me ilumina.
Sin embargo no dejes, no, de mirarme
que si cierras tus ojos puedes matarme.
Mírame, no me importa cómo me mires.
De mí, niña, tus ojos, no los retires
que ellos son en mis densas noches oscuras
el fulgor que deshace mis desventuras.
Mírame, dulce niña. Nunca separes
esa dulce mirada de mis andares.
Si tú dejas de verme, pierdo la vida,
sólo soy una sombra desvanecida,
una triste gaviota descarrilada,
una flor sin aroma, sin luz, sin nada.
Si tu mirada fuera como la mía,
todo el día tus ojos me mirarían.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC