Ente superior que engañas,
me mandas hordas;
al cuello, las sogas,
me pides que haga
de tu reino, Roma.
¿Dónde ves la alegría?.
¿Dónde no ves la horca?
estás tan ciego que robas
a tus hermanos la sombra.
Las frases de tu casa
me adulan con falacias,
no creas, no soy monja,
ni lacayo de bonanzas.
Me exiges salarios,
en moneda y en sangre,
me pides que cabalgue
al circo de las misas.
Me pides que aguante,
a alguien más escéptico
que yo, con interés de crédito
y la fe de un estudiante.
En tus murallas terrenales,
repartidos por tu suelo,
yacen heridos y sin sueño,
con hambre de mil panes.
Padre danos una limosna
o ayuda que consuele,
a estos pobres indigentes
pues tus ricos, nada ofrecen.
Hambre por mis semejantes,
sed para mis habitantes,
enfermedades para los restantes;
¿dónde están tus mensajes,
enviados o apóstoles
todos huyen de la miseria
que crea el hombre sin licencia;
no estás tú y la tierra en jaque?.
No te quejes entonces,
si decidimos omitir tus rezos,
tan absurdos me suponen
ruego a dios, no me llores.
Mas si me equivoco,
demuéstrame lo que quiero,
no te asustes si me río
por la falta de estos siglos;
Con un amén me despido.