Tu lengua tibia avanzaba por mi cuello decidida y lenta.
Dejaba tras su paso un dulce calor que dentro mío se traducía en una excitación inmanejable.
Tendida sobre las almohadas donde flameaban nuestros cuerpos, existía, y sentía solo tu calor,de a poco tu piel, y también tu fuerte hombría que se adentraba en mí, que me poseia sin cesar exigiendome más y más.
Te insinuo ahora que me dejes hacer mi parte, comienzo con mis senos a recorrer tu cuerpo, tocando cada parte. Es el contacto de mis pezones con el calor que destilas, lo que hace que mis piernas se abran por encima de ti y luego tomar tu miembro con fuerza, saborearlo, sumergirte en mi.
Tu poema es la expresión sin reservas de una pasión sin límites. Felicidades.