Ellas no tienen tiempo para sentir tristeza
su tiempo lo desgastan en sanar nuestras penas.
Se ocupan de nosotros con tanta fortaleza
que llenan de alegría sus más rudas faenas.
Ellas no consideran jamás su propia vida.
De sí se desentienden por cuidar a sus hijos
y para todos tienen un amor sin medida
y a todos se prodigan con cariños prolijos.
Ellas no tienen tiempo de quejarse de nada,
ni de un dolor de estómago, de muelas, de cabeza
trabajan arduamente de forma denodada
sin bullas ni alharacas, más bien con sutileza.
Ellas no tienen tiempo de sufrir por sí mismas.
Les duele el sufrimiento de sus hijos, el frío,
el hambre...están dotadas de dones y carismas
que siempre desarrollan con harto señorío.
Son almas especiales, son almas consagradas
a prueba de cansancio, de penas y dolores.
Nos cubren de caricias sus manos escarpadas
que empero son más suaves que pétalos de flores.
Ellas son nuestras madres. Mujeres Primaveras
que mueren en la raya para hacernos felices
y son nuestras maestras y nuestras consejeras,
y son las enfermeras de nuestras cicatrices.
Son ángeles, querubes del cielo descendidas,
Son luz en nuestras sombras. Son faro en nuestros puertos.
Son flores en el huerto de nuestras dulces vidas.
Oasis son las madres para nuestros desiertos.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC