Entró a rodar la noche ligera en un cabaret,
La mala junta arrancó otra vez por el Cabernet.
Con aquel viejo jazz de Armstrong ella empezó a danzar,
Clavó sus ojos en mis Lonpas sin parpadear.
Le puse un par de cobres ahí, entre sus medivachas,
Arribó su taco en mi silla, moviendo sus cachas,
Como una yegua ella puso sus piernas sobre mí
Y empezó a cabalgar y a sacudirse y a gemir.
Se fue desarropando de su ropaje otra vez,
Costumbre de bajar la bragueta solo con boca
Y empezó dictarme su sexo de facto después
Cuando me hizo la loca oferta por sólo media hora.
Apoyó sus garras sin pudor sobre mis espaldas,
Hundí mi lengua como serpiente entre su manzana.
Mis dedos los encaminé raudo bajo sus faldas
Y al instante comenzó inquieta a mojar las sabanas.
Abrió sus piernas como se abre un capullo de flor
Y entre tanto delirio, una tenue luz de neón,
Dejé la gentileza empeñada en lindo sarcasmo
Y todo termino cuando empezó el tierno orgassmo.
Se encapuchó con su viejo ropaje de trabajo,
Prendió la luz y extendió excitada sus suaves manos.
Rescate ese billete y ese lo puse ahí abajo,
Abrió aquella puerta y se derrocó el sexo de facto