Tengo alfileres en mi estómago
y mi garganta me impide hablar.
Mis ojos están secos ya,
por hoy demasiado en pocas horas.
Mi corazón se rompe en pedazos porque la ilusión se pierde,
el dolor empieza a entrar
y la felicidad ya no es lo más importante.
Descorazonada una vez más,
miro hacia el azul cielo
y preguntó a las estrellas que ilumine la más grande para contestar mi pregunta.
¿Seguiré sufriendo cuando se puede acabar con el sufrimiento?
Es algo que nunca entenderé.
Seguir cantando cuando no hay voz.
Seguir amando cuando no hay amor.
Seguir mintiendo cuando no hay mentiras.
Seguir ahí cuando no hay nada.
Cuando todo se disipa,
cuando mis enormes mariposas quieren huir de mi interior
y ya volverán otra vez.
Me da miedo lo que pueda pasar mañana…
Creo que todo ha acabado…
En su mirada no había consuelo.
Su gesto no tenía pasión.
Su voz era dura y hacia daño.
Su cercanía también.
Sus manos no querían tocarme.
Sus brazos no abarcaban mi piel.
Nuestras vidas juntas se estaban perdiendo…
y nuestro amor con ellas también.
Afectada y tranquila,
soporto que mi daño no se vaya,
que como recuerdo que es,
permanezca conmigo para enseñarme a no tropezar, para ayudarme a defenderme,
para no llorar por nada con solución,
para que mi llanto sea cierto
y puro cuando de verdad merezca serlo.
Ahora comprendo porque sigo llorando al recordar mi pasado,
todo era distinto
y ahora intentando volver a nacer sin pasado no lo consigo.
Mis pasos son hacia atrás,
no puedo emprender un camino sin futuro,
sin agarrarme a mi pasado.
En verdad soy así:
Simple como el viento
Frágil como una flor
Débil como el rocío
Descarada como un trueno.
Ahora, otra vez,
desde mi rincón del consuelo,
seguiré escribiendo para aliviar mi dolor.
Seguiré dejando que llegue el camino hasta la ciudad “sonrisa”.
Entonces…
Mi llanto será carcajada
Mi sonrisa será felicidad
Mis problemas serán recuerdos
Y el futuro así dolerá menos.