Después de un día diáfano, asoma
el atardecer, pinta a ser perfecto.
Las hojas del otoño duermen intacto,
durmiendo; ahora el rocío se toma.
En ese mismo rocío yo te encuentro
entonces es dulce el amanecer
aunque no estés, siento tu querer,
en el alegre espectro me concentro.
Al amanecer, el sol esta ausente,
tu presencia al instante es quimera,
los tibios besos de tu primavera.
La suave lluvia canta al instante,
el agua en calma, tú manantial,
que llega al alma y es; tu sitial.
Autor: Alcibíades Noceda Medina