Posiblemente ahora alguien esté empuñando un arma,
esté apuntando a algún desgraciado cráneo,
posiblemente el sudor recorra
esos dos rostros desencajados,
ambos como el retrato del miedo,
pero de miedos bien distintos,
posiblemente el dedo en el gatillo titubee
y por una orden del sistema nervioso
acabe accionando el mecanismo,
un instante imperceptible después
el desastre,
y en este sistema de causas y efectos,
este lugar de circunstancias y decisiones,
este escenario inverosímil de actos mal improvisados,
o mal reflexionados,
en este emplazamiento donde transcurre tanto mal,
y donde la desidia invade cada rincón,
yo estoy preocupado porque tengo frío en los pies,
es muy ridículo. . .