Ya nunca volveré a estar solo, después de conocerte,
mientras puedo caminar, estarás yendo siempre a mi lado,
me alienta a seguir el camino, si de andar estoy cansado,
y cuando duermo, sé que estás velándome ahí presente.
Que dicha de haberte conocido, eso alegra mi corazón.
Eres aurora en mi despertar, me señalas el sendero del bien,
solo me pregunto ¿eres feliz en mi compañía tu también?
Qué yo no haría, que así lo fuera, con toda esta buena razón.
Sabiamente va alumbrando mí destino, como un sol sin ocaso,
a donde voy siento el incondicional apoyo, a todas horas del día,
me brindas ternura y cariño, tu vos de ave siento como melodía,
el arrullo es de madre, me retorna a la niñez, el placer inmenso.
Si alguna vez estoy en cama, porque el tiempo mitigó mis pasos,
sé que estarás a mi lado, acompañándome en mi última morada,
Nada será triste estando en tu compañía, ni en la postrera retirada.
La luz de mis ojos no se apagará jamás estando contigo en reposo.
Autor: Alcibíades Noceda Medina