Con mirada distraida me fijé en su rostro,
tornado por el sol, parecía una paloma negra,
en su frente estaba reflejado un surco profundo,
de inviernos, de lluvias y de relámpagos.
Bajaba su mirada ocultando su alma,
vestía de azabaches violetas, y azucenas,
y de esa figura, se iba la esperanza,
sólo quedaban las noches de penas.
De sus ojos brotaba una lágrima furtiva,
y sin comprender cogí sus manos blancas,
quebrada rompió en tristezas y llantos.
El dolor expresado mitigaba su escencia,
con paciencia perenne alcanzó la calma;
permanecen sus recuerdos de otras tardes.
10 DIC 2006
Lupercio de Providencia
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!