¡ MADRE! ¡ ME MUERO!
¡Madre! i Me muero !
Mi corazón galopa,
cabalga por largos senderos, . .. .
precipicios inmensos,
donde el caballo anda suelto.
¡Madre! i Me muero!
Me falta el aire.
Abrázame con tu cuerpo,
las coces del caballo
en las sienes las siento.
¡Madre! ¡Me muero!
¡¡ Cierra la puerta !!
Un sudor frío me encharca entero.
Por la boca se me escapa el alma,
mi lengua se retuerce, sabor a cieno.
¡Hijo! ¡Lo siento!
(Un largo silencio llena la estancia)
tras un grito intenso,
hunde su afilado cuchillo
en un corazón yerto.
Vestida de negro,
sentada en una silla de anea,
ve salir despacio al muerto;
ni un suspiro, ni un llanto,
sólo entrecruza los dedos,
con la mirada dura y perdida
espera los chismes del pueblo.