Señor, Señor:
Tú no eres un Objeto,
Que se ve, que se mide y que se pesa,
Pues sólo de materia está compuesto.
Señor, Señor:
Tú no eres un Objeto
En el que pueda penetrar la Ciencia
Y en Leyes o Principios exponerte
Para que todo sobre Ti se sepa,
Sin ocultos Misterios
Que a la Ciencia desborden y trasciendan.
Señor, Señor:
Tú habitas en El Cielo,
No vives en La Tierra.
Tú reinas Más Allá
De donde el Hombre con su Ciencia llega.
Señor, Señor:
A todas las Preguntas,
Que la Ciencia nos deja sin Respuesta,
Sólo Tú eres la Única.,
La Última Respuesta.
Nada ni nadie más
Habrá tras de ella.
Con tu sola Presencia
Cesarán cuantas Dudas
Al Hombre le atormentan.
Y Tu Luz se irá abriendo entre las Brumas
Que por doquier oscuridades siembran.
Señor, Señor:
Siempre en Soberbia la Razón acaba.
Siempre se hace Humildad el Sentimiento.
Y si Tú eres Amor,
A Ti llegarán sólo los que te aman,
No los que hagan de Ti
Un objeto de estudio y lucimiento,
Para soltar su Magistral Lección.
Señor, Señor:
Cuando con mi Razón no te comprenda
Y a todo te pregunte que por qué,
Haz que calle y que no hable mi Soberbia.
Haz que la que hable a gritos, sea mi Fe.
Quién con el Corazón no te comprenda
Jamás con su Cabeza
Te va a poder, Dios Mío, comprender.
Irremediablemente insuficiente
Se quedará la Ciencia
Si se queda el Científico sin Fe.