Morir en tus recuerdos.

Había dejado la costumbre de extrañarte
será esta noche, que a su sigilo, te apareces,
rodeada de inmensos dioses que al crearte
valoraron todo aquellos que a nada se parece.
-Es inmortal quien a su devoción le adolece
la amplitud del unicerso plagado de imposturas-,
me dices con tu voz que en los cielos se merece
escucharte infinita mas allá de mitos y corduras.
Y me dí cuenta que con tus faldas rozabas
el fino límite que separa el sueño y la agonía,
Y me viste llorar! chiquilla que imaginabas
cual ferviente deseo en mis umbrales...moría.
Quiera que la noche y sus efluvios permanezcan
aún en la soledad que acosa, al llegar el día,
cuando nada impide que mi tristeza amanezca
rodeado de tu curepo, que tiembla todavía.