Quién diría, fantasía ya no abrigo.
Pero no seré tu sombra perpetua,
presiento, en la actitud que insinúas,
seas realidad en mi vida no consigo.
Por amarte, hazme tu enemigo.
Los cálido día gravita con el viento,
todo mi deseo muere en el intento,
sin logro los años me lleva consigo.
Qué pena, pero te diré una cosa,
habitaras mi corazón siendo polvo.
Por última vez mírame. No vuelvo,
porque no aceptas ser mi esposa.
Serás la flor de mi pensamiento,
eres huella en mí, no te miento.
Autor: Alcibíades Noceda Medina