Estoy alegre, porque hoy la sonrisa ha besado mis labios, y tras aquel ósculo suave, fragancioso, callado, tierno, estaba Ella, o de repente Él. Sí aquel amor escondido, bajo las sombras de las copas, pero latente y Ella, o Él esperaba. Muchas veces confundido, atormentado, la veía pasar y su figura cegaba mis ojos al llanto. Es que la semilla, naciente del amor, estaba brotando. Entre juegos, la acariciaba y quizás, hasta algún día escuché sus confesiones de una desilusión, y no importaba, pues yo la amaba y aun lo amo. Ahora, gozo al saberla mía o mío, ¡Que importa el sexo! Si tan solo el amor cuenta.