La encontré tirada, por cosas del destino
su mirada perdida, sin vida, banal,
indiferente a todo, hasta a su propia suerte
soñando tal vez unos brazos donde ponerse a llorar.
Y yo, que no soporto ver persona herida
tomela entre mis brazos, traté de consolar
cuanto hice por rescatar de ella una sonrisa
mas su rostro de piedra no podía llorar.
- Quizás si la abrigará –pensé solo un instante.
- Tal vez si la escuhara, la pudiera ayudar
Pero ella, su mirada, su todo no sentían
Su mente estaba rota, ya no podía amar.
Y yo quedé mudo, al ver que nada servía
¿Qué fuerza tan extraña le causaría tan mal?
me estremeció un frío que subía incesante
por todo mi cuerpo y me puse a temblar.
No hay nada más triste que rompa una vida
no hay mentira más grande que un amor desleal,
no hay dolor más intenso que entregar una vida
y que te rompan tus sueños, tu vida y tu paz.
Marco Senmache Rodríguez - Perú