Si las noches son atroces, los días sin tí son el miedo de su atrocidad, la espera que tiembla a esas horas oscuras que esconden cualquier ápice de esperanza.
Los días son una línea que enloquece a su curva, que ajetreada corre al entierro de la luz, sin remedio, corre a morir.
Los días son la hecatombe y el desvarío, el por qué que se pierde en su eterna pregunta, los días sin tí son la luz que castiga con sus verdades.
Y es curioso ese instante en el que la luz y la sombra se hacen uno, parece como si la vida se suprimiera encarcelada en un puño, y el curso natural de la lógica enloquece del todo.
Y todo lo dicho quedo dicho, todo lo hecho se quedó atrás, en ese instante solo quedan los escombros de ese día que ya no volverá más, que se marcha burlando mi existencia, me pasó por encima, me venció otra vez.
Y aunque se que la carcajada de este día dormirá a mi lado, que llegará la noche y seguirá acechando las pocas fuerzas que me han mantenido en pie, sin embargo se que mi derrota queda saldada, pues ni siquiera sé como, pero he sobrevivido a otro día sin ti.