En la montaña grité mis cantares,
los cuatro vientos propago con placer,
los retumbo me vuelven al amanecer,
mis vagos sollozos y mis pesares.
La brisa fría también da avatares,
me recita a los oídos su parecer
desde el alba hasta el atardecer,
en los mismos sueños y despertares.
En amor vivo en un mundo ardiente,
sediento, sin torrente en el vertiente,
por ella daré el último aliento.
por conseguir todo seré paciente.
De mi rígido ayer soy consciente,
hoy en su bella fantasía despierto.
Autor: Alcibíades Noceda Medina