El agua salpicaba, sobre la roca. Diminutas gotas dispersadas, el viento, entraña fuerza en renovadas olas, el céfiro sobre el desolado cantil Negra, inerte, rota la figura por luminoso relámpago, áureo, cual loca fiera, espuma decanta, la albura flota, se esfuma inerte Descalabran olas sin tregua, humillan sin respuesta, impertérritas. Y sin querer la bahía, taciturna, en el remanso se mecía, sola Las entrañas del escollo sufren, la ventisca recrimina, sin sosiego. Gime y lame la escena, galerna. El sol frio y meditabundo, se burla ¡El aquilón acelera la vorágine!