Pretendo estar en la cima, en lo más alto sea lo que sea. Intento ser fuerte, el que más, hago lo imposible por no quedarme atrás, por hacerlo todo como el mejor, por ser destacable en lo que se me de bien y por estar en la media en lo que no tengo ni idea.
No creo en la perfección, pero intento ser perfecto.
Y en ese intento solo consigo darme cuenta que no lo soy y que estoy lejos de serlo.
Ojalá se aprendiera con solo un pestañeo, con un pensamiento. Pero solo se aprende de errores y tropezones, y nunca se sabe cual será el definitivo para ser perfecto de una vez por todas. Un error duele, otro también. y cuando todo parece indicar que he conseguido encontrar el equilibrio vital, el miedo a otro error no me deja vivir en paz, no me deja soñar. Solo me hace morir cada noche en una pesadilla y caminar de día sobre una afilada hoja con los pies descalzos, atento y vigilante para ver venir al que intente empujarme en mi andar funambulista, como si eso me fuese a doler menos ante un resbalón doloroso. Aunque vea venir un disparo a mi cabeza, la muerte será igual de instantánea que si no lo viera. ¿Por que me paro a buscar a quien tiene la pistola, si lo vea o no, disparará igualmente?
No se vivir el día a día sin recordar el pasado.
No miro el presente. Me invento un futuro desastroso solo para hacerme daño tratando de inmunizarme.
Tengo muchos motivos para ser infeliz, y muchos para ser feliz.
Y en muchas ocasiones el pánico al fracaso eclipsa mi felicidad.
Me siento inútil cuando sin mi ayuda no sería posible, patito feo entre cisnes, mentecato en oxford, ciego entre águilas.
Que nadie intente entenderlo si nisiquiera yo puedo, que nadie me ofrezca soluciones si tampoco yo las encuentro. Aseguro que yo más que nadie, desea una solución. Porque quiero ser feliz.
Así soy yo. Y así firmo mi presente.
EL PERFECTO IMPERFECTO.