Al palpar la visible he inmortal naturaleza,
los latentes sentidos explotan al explorar,
para sentir como fria, tibia o tal vez frondoza,
al deslizarse como manera torpe
de colores transformados, raros, misteriosos, y extravagantes.
Una brisa comparada de minutivos cristales,
tal cual como gotitas de agua cristalina,
que un rostro se niega a sentir, vientos ligeros
rodeando esas rutas flotantes,
como ramas inclinadas invitando a la naturaleza
hacia un reto desafiante.
En el cambio brotan diferentes tipos de botones
de mil generos, en mananas jovenes, limpias,
alumbradas despertando el alba. Como un corazon palpitando al formarse para nacer inundado
de colorido, parece rojo quemante,
igual de sangre pura, salpicante
en silueta de fuente.
Puro como el de las orillas del mar, al sonido
estremecedor al oido,
lo endulza con su eco sin fin.
Rosita de Olivo