Ya pasó el tono azul aquel,
ese tono suave que disipó lagrimas,
y produjo sonrisas
en un mundo blanco, casto,
cargado de miradas inocentes,
sin temores, ni prisas.
Tiempo del que añoro:
el trino de tu voz,
una palabra amable,
el eco de tu sonrisa;
y tu mirada que invitaba mis ojos
a recorrer tu cuerpo como una brisa.
Que añejo el tiempo aquel,
el tiempo aquel del tono azul,
que se ha tornado en rojo sangre,
no puedo cambiar lo que es,
tengo hambre de poder tocar tu piel,
de tocar tus blancas manos,
y besar tus labios de miel.