No quise enamorarme de ella,
así que deje de mirarla a los ojos,
pero al mirar hacia otro lado
se vinieron conmigo los ojos de ella.
No quise que mi pecho le mostrara su adentro
y en cuanto pude sus puertas le cerré,
pero no observe que yo quede afuera
y ella se quedó dentro de mi ser.
Tampoco quise que supiera todo sobre mí,
así que la trate con desconfianza,
pero mi templanza se volvió una farsa
cuando ella se sinceró ante mí.
Ahora ella se está convirtiendo
en la musa que llena mi inspiración,
en el perdón que ha redimido a mi corazón
y, aunque me dije que no debía enamorarme de ella;
Sé que he perdido la batalla contra mi razón.