Hermano árbol,
palacio de sombra,
vaso de frescura,
oye cuanto puedas
y acércate a mi casa,
quiero hablar contigo
porque en tí la vida
es oído, sangre, sentidos...
Hermano árbol,
sé tantas cosas de tí
y cuántas que ignoro
por haber sido pampa,
desierto, río, viento
y caminos largos.
Hoy me detengo ante tí
como frente a un altar
porque en tí hay un Dios
que te hizo y que te cuida,
porque en tí las aves
callan en tu silencio
y el viento te respeta
y toma otro sendero.
Hermano árbol,
tanto tiempo extendiendo
tu brazo al caminante,
tu sombra a la majada,
tu sostén al nido:
tu vida hacia los hombres...
Porque mueres feliz
para ser madero,
leño que arde en el hogar,
corral, palenque, ataúd...
Arbol, hermano árbol,
que aromas mi vida
con el aserrín puro
del trabajo honesto
cuando en tí serruchan
tu virginidad,
gracias por tu vida
porque en tu muerte
mi vida te reclama
en la frialdad del alma.