Ojos, que me dais su sonrisa;
labios, que sentís sus besos;
manos, que palpan su cuerpo;
pensamiento, que vira y expira
con la suerte y fortuna
de un pacifista en una guerra.
Ideas que van y vienen,
sin rumbo, jadeando en la meta
exhaustas de tantas barreras,
descansan ahora siendo hiedra.
Tantas fueron las controversias,
tantas cadenas me ligaban,
que me confundían y a una carta,
toda mi vida y sueños me jugaba,
As de corazones y de oros;
corazón por sentimiento,
oro por el color de sus ojos,
me sobra el basto y no miento,
pues por fortaleza, tengo sus besos.
Y ambos sabemos, el as de copas,
podemos jugarla cuando queramos,
pero siempre cuando ambos
lo hagamos cogidos de la mano.
Formulas de cortesía y curativas,
gestos que los nobles adorarían,
mirada que el cielo me privaría
pero por fortuna, con las nubes no sueña.
Estar sobre lecho o hierba,
no me importa su suela,
sólo con tener su presencia
y sus latidos en mis venas,
siento magia, fuego y vida;
aquella alegría, que creí perdida.
Siento ganas por hacer crecer
aquellas letras que el polvo enterró,
que el tiempo, ya no recordaba,
y los sueños que una vez olvidó;
todo esto, los ancianos llamaron amor,
yo simplemente lo llamo
en boca del cristiano,
querer más que a Dios.