Tener que dejar que fluya el llanto,
Cada vez que se acerque a mi mente tu recuerdo;
Soy muy hombre, eso sí que es muy cierto;
Pero ver mojar estos, mis ojos, es mi único consuelo.
Soy valiente yo siempre lo demuestro,
Al igual sabes tú, que soy muy caballero;
Y si lagrimas derramo por tu amor de sentimiento,
Son el pago a lo prohibido que viví, en un momento.
Me enamoré de ti muy ciegamente,
Y para mi fuiste tú, como un amor primero;
De esos que nunca se borran fácilmente,
Y se quedan indelebles, dentro del pecho.
Así he vivido, así me siento a cada instante,
Y no vale pedirle a Dios que ya te olvide;
Porque cada segundo de mi vida,
Vuelve a mí el fantasma de tu ausencia,
Y te juro en verdad, que siento miedo.
Perdóname Señor, si al recordarla,
Se nubla mi mente con algo que no quiero;
Eres testigo de lo mucho que la he amado,
Y al igual que se fue, veremos su regreso.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita