A la mujer de la baja planta.
Volvería a escuchar aquella frase,
aunque por loco otra vez me encerrasen,
pocas palabras en mi despertasen
la curiosidad que más tarde háyase.
Mujer callada de la baja planta, que aún chirrían voces en tu mente,
nadie pidió que fueses penitente
a un servidor, que de nuevo se encanta.
Cuando le di la espalda a la locura,
cuando creí ser todopoderoso,
diste fin a evidente sepultura.
Cuando me tomaban por mentiroso,
cuando el psiquiatra buscaba mi cura,
carnet colgaste a mi eterno reposo.