Es el fin ya no lucho más por tu amor,
sí, por nuestro pequeño amor y gran ventura,
donde hubo goces en proporción sin fisura,
en todo este tiempo era alegría sin clamor.
En los encuentros nuestros ser eran uno,
dos pedazos de leño en el hogar encendido,
con fuego quebrantó hasta lo prohibido,
y nos acercó en el umbral del infierno.
Culpable soy yo, hasta tu pecado asumo.
Los corazones ya arden en el desencanto,
el fuego de tus labios disipara el viento,
ya nada nos queda, el tiempo se consumó
En la soledad de éstas cuatro paredes
te digo adiós, desde este mismo momento
está encerrada en mi pensamiento.
Me despido diciendo todas las calamidades
Autor: Alcibíades Noceda Medina