Ponerle nombre a tus ojos
sería cambiarle el nombre a Dios,
acallarlos imposible,
realizarlos en un óleo eterno
y magnificarlos
tan solo sería
mantenerlos en la historia
de este universo,
tan lleno de pasiones
ocultas
y voces desesperadas,
Ponerle nombre a tus ojos,
sería la imposibilidad
concreta
de hallar el tesoro
de tu alma
tendido en laberintos
de inhóspitas ciudades
vestidas por tu mirada,
callarlos nunca!
cuando me hablan de amor
y me devuelven tus pupilas
la magnificencia de
un entorno de flores y
fragancias.
Cambiarle el nombre a tus ojos,
no sería prudente,
tal vez, se morirían
todas la praderas
aquellas que desde que me miras,
nacieron puras y vivirán
la eternidad de mi amor.