De tu vientre la vida latiendo jugosa
el fino cristal del aire llegando
la pausa y el móvil sujeto que roza
vestido de piel parece jugando.
Del mar de tu espejo el fino alimento
que nutre su cuerpo, día tras día,
la otra manera de lograr el sustento
en esa ciudad sin límites ni osadías.
De todo lo tuyo la calma y la espera
el pronto zapateo que viene surcando,
la molestia y el goce de alguna manera
anisedad de verte con sudor y pujando.
Vestida de paz, te ha llegado el momento
entre finas risas de placeres lejanos,
está ante tí, tu legado, el testamento,
allí viene mujer! ya está entre tus manos.