Yo vi crecer mi sombra
Al amparo de tus moléculas.
Oí la resonancia de tus pasos
En lo circunscrito de tu geografía.
Cada rincón,
Cada pedazo de luz,
Cada penumbra
Vaciaban en mi alma
El sabor de la aventura.
Creí, para aquel entonces,
Que el mundo tenía el tamaño
De mi adolescencia
Y mi voz de gorrión
Aleteaba altanera
Buscando alturas entre la algarabía.
Las Diosas del Olimpo
Bajo el beige y el verde olivo
Ataban todos los sueños,
Las pasiones y los sentidos.
Descubrir el primer beso,
El primer te quiero,
La primera caricia
Fue descubrir que todo el universo
Habitaba dentro de tu geometría.
Ahora despierto en estas auroras
Tan lejanas de tus días
Para saber que la hermandad,
La amistad, el compañerismo
Jamás tendrán la altura
Que tuvieron en tu recinto.
Maduraron en ti
Mis cinco mejores tiempos
Anidados entre libros,
Sueños y alegrías
Marcando para siempre
El alma que me habita.
Muchos años han llovido
Sobre mis zapatos
Que húmedos de tiempo
Soportan mi estatura.
Ahora se que el mundo
Es mucho más grande
Que la adolescencia
Y me punza en el sentido
El saber que tu verbo
Yace conjugado
En el tiempo que se ha ido.
Enraizado de nostalgias
Flameo mi mano al viento
Como diciéndote un “Adiós”
Que decirte nunca quiero
Y ataviado de trajines,
De sudores y caminos,
Llevando a cuesta
Banderas derrotadas
Y victoriosos laureles,
Alzo mi voz hacia lo etéreo
Para agradecerle al cielo
El haber sido tuyo
Y el haber sido tu dueño.
José Luis García V.