Pernoctas en mi pensamiento entre mil disfraces,
mis días nunca lamento, aunque vivo sin laurel.
Tu rostro es estrella, los demás solo son fugaces
mascara que ronda en la fronda de nuestro vergel.
Has de saber de mi tedio más temprano que tarde,
que el alba matutina ya no despierto sonriente,
la ausencia de tu rostro angelical en mi ser arde,
en mi desierto día busco el fresco de tu vertiente.
El sol calienta en demasía, la luna brilla en vano,
yo solo necesito caricias al oír tus lindas frases,
quiero besarte siempre hasta tu pequeña mano,
sentir tu cuerpo tibio y, pedirte que me abraces.
El velo de la niebla nubla el dogma y mi teoría,
por mis grises filosofías a quien debo pedir perdón,
solo a ti sé querer, y no, como antes a la mayoría.
En mi mente late tu rostro y tu amor en mi corazón.
Autor: Alcibíades Noceda Medina