¿Dime en qué grupo entro?
¿Lucharías por mí
o te rendirías a las primeras de cambio?
Dime que valor tengo,
dime donde estoy
que yo ya ni me acuerdo.
Te amo como un cabrón,
a pesar del dolor
y tu desgana.
Dime que me vuelva frío,
como antes,
dime que me ponga de rodillas,
que suplique,
que te haga el ombligo de mi mundo,
que nada de eso haré.
Maldigo a tu orgullo y al mío,
a veces detesto mi mente mendiga
queriendo usar una palabra
para apaciguar a mis demonios,
esos demonios que juegan conmigo al ajedrez
mientras me incitan al suicidio,
pero nunca escucho consejos,
nadie me dirige,
ni siquiera tú mi niña,
mi eterna niña. . .
La locura no es para débiles,
dime loco,
me estarás llamando fuerte,
dime que te deje en paz,
y sumérgeme en la guerra,
dime que me rinda,
que ya no hay nada que hacer,
y tal vez me vuelva optimista,
dime que recupere la vista,
porque ahora mismo ando ciego,
dime que deje de escribir cosas que nunca leerás,
que yo seguiré amándote,
amándote como un cabrón,
como un cabrón que no sabe a donde pertenece,
un cabrón orgulloso que te necesita,
y necesita que le digas
si lucharías por él
o te rendirías a las primeras de cambio,
un cabrón que necesita respuestas
para preguntas que nunca debieron ser hechas.