Salia a pasear,
a retomar y airear,
sus ideas, pensamientos.
Y compartir momentos,
con su soledad y su voz interior,
como un ser superior;
nunca escucho,
pero hoy sentado
y con su espalda apoyado,
en el firme muro,
lamentaba no haber sentido el murmuro
de su yo interior y como un peso.
Quizas penso,
todo seria distinto.
Recordaba como su corazón,
se dividia sin razón.
Ahora,con más tranquilidad,
lograba esa paz interior,soledad.
Su mejor aliado,
le indicaba su camino desliado.
Y, es que a veces, corremos
tanto que incluso tememos,
que el tren se va.
Si nos detenemos,
vivir pausado, lentamente,
disfrutando de las cosas.
Descubrimos que las pequeñas rutinas,
pueden ser hermosas.
Abrir los sentidos, a las cosas
grandes y pequeñas,
de esta vida.
Y aprender a VIVIR
SENTIR SIN HERIR A LOS DEMÁS.
LA ARMONIA DE LA VIDA.