aún siento tu aliento abrazador,
y el roce de tus labios en los míos;
fuiste como un ángel anunciador,
que con sus alas me llenó de mimos.
Aún percibo tu perfume mágico,
y el deseo perturba mi conciencia;
despertando pasiones dormidas
que te añoran con piedad cariñosa.
Aun percibo las brisas matinales,
y llegan a mí, los ecos de la noche;
aun siento aquel canto de turpiales,
en medio de un jardín lleno de flores.
Fuiste la Afrodita, tentadora,
de ojos atractivos, fascinadores;
y aunque el deseo es inconfesable,
confieso que aun siento tus besos.