Tu cuerpo, malicia interminable de la noche,
se enciende inesperado sobre mi espalda
buscando mis silencios clandestinos.
Para entonces tus manos
ya han volado a mis hombros,
pájaros soberanos de la noche.
Una sombra inconclusa
son tus labios:
rugido secretísimo
augurador de besos.
Así avanzas, dejando
sobre cada arrecife de mi cuerpo
jirones derrotados de horizonte
Mientras el mar se yergue silabeando
sus cansadas penumbras,
y a lo lejos se oye llegando
sobre el convexo celo de mis pechos.
Con esa algarabía de tu boca en mi boca
todo se ha convertido
en bandadas idénticas a la noche.
Este es el instante, tú lo quieras o no,
en que te vences mío,
sobre la cruz deseosa de mi espalda.
Sí, quizá más allá, más allá de tu cuerpo.
Rotundo diez.Soberano es el vuelo de tus palabras, que de la noche solo toman la magia, y no su obscuridad.Plena poesia en este escrito.