El más bello cirio,
erguido sobre un altar
miré su clara textura,
una obra griega o astral.
Sus letras y símbolos dorados,
su cera cálida a mi lado,
quise apartar las tinieblas
y una llama mostró lo soñado.
Tan invisible desde lejos
con sólo apuntes de expertos,
miles de letras leídas
y cuantas eran sin vida...
Ahora que lo veo,
con su llama sonreír;
ahora que me quedo
a tu lado, para vivir,
aunque sean unos segundos
y luego tenga que partir,
pero al menos estuve
calentado por la llama gentil.
Un viento errante,
sin una clara dirección,
fue apagando esta vela
con una lágrima que calló.
se apagó, la luz de un sol,
la luz que en días me dio;
la paz de un sueño,
que en las noches las horas robó.