Jugabas al solitario sin saber las reglas del juego,
inocentemente mi amistad yo te ofrecía amigo.
Farsante tu manera de ser, mentiroso cuando…
parloteabas y traidor cuando se quedo con todo. Hoy estás desolado en un mundo lleno de maldad,
Duermes sobre tu cama de ilusión y sin compasión,
Te abrazas a tu cobija de plástico gimiendo de dolor,
Te has aprisionado en un cuarto sin ventanas y sin sol,
Vives en tu cutre habitación de cartón y sin alma cálida.
Ahora en tu mente habita la inconsciencia y no puedes razonar. ¿Sabías que nuestra amistad valía más que oro?,
¿Lo sabías o nunca captaste entender el mensaje, amigo?
Ya no parpadean las estrellas porque se han quedado:
“Sin amistad convirtiendo esta vida en infelicidad,
el cariño de febrero se esparció por el universo,
sin rencor esa luz del mar no podrá ser guiada
hacía el camino de felicidad”. Por cualquier lugar habita el jugador de la “amistad”, que está dispuesto
a ganarse tu confianza parloteando con soltura. Cuando
le des tu espalda o mires al sur, ya no lo verás, no verás
su sombra, ni siquiera sus huellas dejará o sentirás pasos,
Él quiere apoderarse de tu altar y aferrase a las memorias,
a las memorias del ser, a tus añorados recuerdos o cada
promesa guardada en esa casa de corazón humilde.