Tú que pensabas que la vida era la libertad
Y soñabas como gaviota, suspirando allá en el mar
Sin fronteras, sin final.
Y tus espaldas de aliento divino
Sintieron alas palomares que se te incrustaron,
Como toque mágico-fantástico
A tu alma adolescente pararon.
Y remontaste un vuelo alto,
Soberbio y ufano
Nuevos horizontes, nuevos cielos;
A otro punto lejano,
Lejos de atractivos corruptivos
Del placer maligno de los hombres,
Del ateo sentimiento de consentir,
El pecado conyugal, gracia sin nombre.
Tu tierna esperanza
De un sueño adolescente vivo,
Sano pensamiento sin mancilla,
Es el alma viva
del sentimiento sencillo.
Y tu vuelo fue alto, alto
A la altura de la nubes, de las aves
Y te abriste paso
Entre su espacio
Y te guiaba tu sueño, sin tarde,
Y rompían olas de aires
Tus deseos de lucha, de superación.
De nada le valió al mar su eternidad
Ni la frontera del tiempo su duración.
Entre lauros y aplausos
La meta parcial se divisaba
Un sueño se despertaba
a la realidad.
Y reflejada en el triunfo tu anhelante alma
Salió el sol de tu vida
Y sonreía una mujer integral
Olvidada la adolescencia oprimida
Renacida en la madurez su libertad.