Pude decirte que mi amor revosaba,
henchido del caudal inmenso de mis latidos.
Que si la noche nos llamaba
con su clamor de siglos y de signos
herviria mi sangre,
dulce instrumento de mis instintos,
y con una caricia de mis manos
tu piel dorada alumbraria nuestro camino.
Y al llegar a la orilla del rio,
junto al alamo que un dia te dije,
te amaria, mujer, hasta que nuestras pasiones
subieran riendo hasta el infinito.
Pude decirlo, que feliz seria si lo hubiera dicho,
amarnos cubiertos del rocio mas puro
y alli quedarnos hasta ser consumidos.
y no lo dije y no pude decirlo,
por mas que me gritaba el alma
canciones amorosas como una extraña letania,
que me decian, ay de ti sin su albedrio.