Otro fin de año que ya se vislumbra,
Vistiendo con galas multicolores
Las calles y avenidas de esta aldea.
Los vientos gélidos cubren con su manto
Blanco los bosques circundantes;
Dándole un aspecto de mesurada inanidad,
A todo aquello que hoy sucumbe
Bajo el peso asfixiante
De su aterida presencia.
A lo lejos se divisa la presencia
De un par de zorros blancos,
Que se deslizan casi imperceptibles y ufanos,
Husmeando también al viento,
Como implorando por la presencia
De algún conejo hambriento,
E igual, desprevenido.
Con ellos te busca en el paisaje furtivo,
Mi mirada;
Al sentir que estoy enfrente de aquella cabaña,
Que alguna vez y nunca fué nuestra morada.
Sabes?.. Quizás ninguna vez te lo dije,
Pero siempre me parecistes
Como una rosa fuera de tiempo;
Impregnándolo todo a tu alrededor
Con tu belleza y aroma florido.
Abro de nuevo tu libro de poemas preferido,
Y para mis adentros declamo aquél,
Que a ti siempre te gusto de Pablo Neruda;
Y aún que sé que jamás
Podré escribirte unos versos tristes
Esta o cualquier noche,
Puede qué no existirá en tí ningún reproche,
Si te recito algunos de los míos..
Cargados siempre para vos,
Con una buena dosis de melancolía;
Por que siempre habrá para tí, dentro de mi,
Más de alguno..
Que te expresará todo mi amor,
Mi ilusión y esperanza,
Lo cual aveces, me parece que como yo,
Deberá ser proscrito.
Hasta que vuelva un día anidar en tu pecho,
Y hagan renacer en tí,
Esa suave y dulce melodía.
Con la que alguna vez te acuné en mis brazos,
E igual te hizé el amor..
Dulce amor mío.