Me cubro en tus silencios
locuaz vertedora de mis
gritos en tus días,
en flashes interiores
de cúspides ilusorias,
en rocas añiles
en el desgaste de tu vida
en la mansalva de dolores,
en el retiro del espíritu
en el monte de las prisas.
Me cubro de tus silencios
dormido entre la lágrima
de cada pájaro que trina,
en el universo del miedo
y en la tierra de la osadía,
donde cada corpúsculo de tu vientre
me recita, pausas y filosofía.
Me cubro de tus silencios
cuando la luna me obliga
y el lucero estacionado
me devuelve tu sonrisa,
en la pluma de este amante
que por tu piel, aún delira,
en los roces ciclotímicos
de tus llegadas y tus huídas,
me cubro de tus silencios
en tus ojos que me miran
como se mira el alma
en las literaturas dormidas,
en los montes de tu cuerpo
y las curvas que te envidian,
como se cela a la estructura
de la mujer que hoy me fascina,
y me cubro en tus segmentos
en la bisectriz de tu anatomía,
donde mis manos se hacen pequeñas
y mi boca se agranda en tus rías,
camino de las futuras
y cotidianas fantasías,
axiomas de tanta espera
en el transcurso de nuestros días