Que extraña angustia es la que recorre mi alma,
que extraño es el frio que acogen mis venas,
no sé donde me halló,
pero la amargura está presente
y me conforma a su antojo,
de mi alma prisionera en ella. Atrapada de por vida,
en este mi eterno lecho de muerte,
en el que fui creado,
en el que atraparon mi conciencia. Aquí me halló rodeada de belleza,
con ganas de salir de esta enigmática prisión y sin embargo,
no puedo... y la pena me llena ,
me inunda,
me ahoga. Siento un gran vacio interior lleno de piedras,
lleno de olas,
lleno de espuma,
que me arropan,
que me agitan como el viento,
sintiendo la caricia helada de la brisa en mi presencia.
No callo,
no grito,
alzo este alarido desdichado de desesperación. No quiero consuelo,
quiero mi libertad,
que imaginando lloro,
como yo sigo buscando
las alas que otros tienen ya,
en este pequeño mar de vida,
en este pequeño mar de ilusión,
la gran espina que clavada llevo
durante años en el corazón.