Ante ti, ahora mar tranquilo,
sentado en la gastada piedra de tu orilla,
vienen a mi recuerdos
de tiempo atrás vivido,
y lo mismo que tus aguas, ahora calmas
me encuentro sosegado
con incipiente paz para mi alma.
Tú, que te mueves
por influyente mandato de la Luna,
y que su brillo
en la noche clara te ilumina,
oxigenas tus aguas al moverte
y de vida tu inmensidad florece.
Más pronto, el huracán despierta,
y tu paz y sosiego desvanecen
y al igual que en mi,
la paz por siempre ansiada,
en tormenta de inquietudes languidece.
Honestidad pedí para mi vida,
honestidad, di de mi para la tuya
y tras la falsa calma apareciste
real, sin la mascara en tu cara.
JGL