Vagas cautiva, sobre el roce de mi cuerpo,
pequeña ermitaña, luces mis momentos,
conduces mi alma cual si mis tiempos
corrieran detrás de mis últimos versos.
Corpórea sientes las manos que te abrigan
persuadiendo aquellos viejos intentos,
de tocar una rosa marchita que al viento
renace fresca sin que la muerte la persiga.
Caminas sobre mis sueños sin despertarme
inmensa y mía, como de nadie fuiste,
te beso despierta y sin embargo asistes
a la respuesta de tus labios, que quieren rozarme.
Vagas con la desnudes cierta y semejante
a una diosa de perfección sagrada,
y buscas que mis ojos en tu mirada
atrapen esa rosa que no morirá un instante.