Perdone, padre,
pero es demasiado tarde
para sermones
y charlas morales.
A mi edad
ya estoy viejo
como para que intente
siquiera educarme.
Perdone, padre,
es mi generación
de la que hoy depende
y ahora tengo la palabra.
Ahora tengo entre mis dientes
la palabra perfecta
y te incomoda, padre,
pero no me importa.
Soy yo el que está en el frente,
el que sufre en la batalla,
es mi pierna la que parará
esa maldita bala.
Así que ahora calla, padre,
recuerda que en nuestro corazón
aun queda sangre y que,a veces,
ésta se viene a la boca.
No me importa, padre
porque entre bombas,
oficinas y fotocopiadoras
todo vale y nada sirve
excepto la sangre.
Borra la basura que has escrito y no borres las verdades. Si esa chica fuera mi hermana, mi amiga o una conocida, te hacía tregar la inmundia de tus palabras. Poco hombre. Paulo.