Esta mañana en la playa, paseaba
De cuando en cuando, una ola me tocaba.
Y pensaba que eras tú quien me besaba.
Miraba adelante, al lado, detrás. Nada
Eramos yo y mi soledad.
La brisa me azotaba mirando al mar.
Y pensaba que eras tú, que suspirabas
Por detrás. Y me abrazabas.
Eramos yo y mi soledad.
Y seguía viendo huellas en la arena.
Y pensaba que mirabas para atrás
Y me esperabas con esa risa especial.
Eramos yo y mi soledad.
Y pensaba que andabas al compás
De mi andar. Esos pasos acompañan
Cada vez más. Sólo era una postal.
Eramos yo y mi soledad.
¡Vén aquí, mujer especial¡
Ya que yo no puedo ir
A tu cárcel de cristal.
Hazte carne, ¡que no tenga que pensar¡
Hazte verdad, mujer irreal¡
No ves que sufro tu ausencia.
No ves que ya estoy muy mal.
No ves que de pena muero.
Me faltas. Te espero. Eres esencial.
Y cuando a la tarde hable con el cristal,
donde salen unas letras, que se van
y dejan yermo mi corazón sentimental
nada sabrás de mi alma y soledad.
Todo tu calor se evapora cuando no estás.
Mis llamadas, al vacío se me van.
Como si hablara con un muerto.
Yo sé que no eres frio y helado metal.
Llegastes a mi vida diez años por detrás.