Encerrado en mi cuarto,
una noche de invierno,
ante la eterna oscuridad,
que nunca se aparta
ni se olvida de mí...
ella no me deja ver
lo bello de las cosas,
las rosas como sí los labios
de una hermosa mujer
se tratase,
pasa a ser la simple planta
bañada en negro
como si la vida le faltase...
el claro amanecer
que de luz nos inunda,
se convierte en el frió infierno
que me hace ver
ángeles iluminados
en busca de alguien
a quien salvar,
pero no la encuentran...
¡todo se transforma!
me corrompo,
pensando si me salvaran,
esperando mi salvación,
al ángel que me haga ver
lo bello, en color...
y no las tinieblas
donde triste y solo
me ahogo en mis lágrimas
coaguladas y conservadas
desde noches anteriores.