Estás a mi lado aunque distante,
en una lejanía incomprensible,
porque sé que tu cariño es invencible
cuando en tu mente me reflejo alucinante.
Tu hombro es mi todo, mi constante
necesidad de ser indestructible,
pues nunca fallas cuando estoy sensible,
y cuando me siento sola, eres galante.
Tu recuerdo lo guardo elegante,
porque así fuiste siempre; inconfundible,
con aquella virtud tan accesible,
tan repleta del hombre buen amante.
Este cariño, ilusión, o amistad radiante
que pasea airosa y apacible
por nuestras venas, se torna visible,
y en cada corazón es excitante.
Autor: Ivette Rosario.